"Luchar contra la especulación" es el lema que se ha puesto bajo el brazo el Gobierno de Mariano Rajoy y el argumento que justifica que el jefe del Ejecutivo anunciase cambios en el impuesto que grava las plusvalías. La principal novedad es que las ganancias de este tipo que se generen durante el primer año pasarán a tributar al tipo marginal que corresponda a cada contribuyente en función de su renta, mientras que por el resto de plusvalías posteriores se seguirá pagando entre 21 y un 27% según el importe embolsado.
Tras su encuentro con el primer ministro finlandés, Jyrki Katainen, Rajoy, en definitiva, planteó una nueva subida en las rentas del capital, incluidas en el Impuesto de la Renta sobre las Personas Físicas (IRPF). En un afán porque el inversor que compra y vende en el corto plazo -incluso intradía- soporte una mayor carga impositiva, el alza afectará a todas las ganancias patrimoniales. Aquí se incluyen únicamente los reembolsos por las transmisiones de acciones y fondos de inversión y otros productos más sofisticados, mientras que los intereses por depósitos, títulos de renta fija pública y privada o dividendos seguirían manteniendo su actual imposición.
Los cambios para la inversión
En principio, la idea del Ejecutivo es incluir esta medida a partir del próximo año, con lo que las rentas del capital volverán a tener claras diferenciaciones, como ya ocurría antes de la reforma del año 2006. En esta ocasión, a las plusvalías generadas por las operaciones con acciones y fondos de inversión en el primer año se les aplicará el tipo marginal de IRPF. Es decir, que para las rentas más altas, de más de 300.000 euros, el gravamen ascendería hasta el 52%, lo que supondría que prácticamente se duplicase.
Se trata de un fuerte escalón teniendo en cuenta que, hasta ahora y según las últimas modificaciones puestas en marcha en 2012, el contribuyente pagaba un 21% siempre que las ganancias fueran inferiores a los 6.000 euros; un 25% si se situaban entre los 6.000 y los 24.000 millones; y un 27% en el caso de que sobrepasasen esta última cifra.
La intención del Gobierno es mantener esta escala fija únicamente para las plusvalías que se obtengan después del primer ejercicio, mientras que en estos momentos se está aplicando en todos los casos sin tener en consideración el momento en el que el inversor genere las ganancias.
La nueva medida supondrá, en la mayoría de situaciones, una subida impositiva para el contribuyente. Especialmente para las grandes fortunas, que hasta ahora tributaban como máximo un 27% si ingresaban más de 24.000 euros por movimientos patrimoniales. Pero no sería un alza exclusivamente para las rentas más elevadas. Por ejemplo, una persona que obtenga unas plusvalías de 3.000 euros y su renta esté entre los 33.007 y los 54.407 euros -con un marginal del 40%- sufriría un incremento de la presión fiscal de 19 puntos. Con la nueva ley, a esos 3.000 euros generados por el contribuyente se les aplicaría una retención del 40% el primer año, desde el 21% anterior.
Sólo habría un efecto positivo en casos muy excepcionales. Para un particular con una renta por debajo de los 17.707 euros -que equivale a un tipo marginal del 24,75%- que obtenga más de 6.000 euros como ganancias patrimoniales en menos de un año, la tributación sería a partir de ese momento algo más baja, ya que pasaría de un 25% a un 24,75% el primer año.
Montoro ya lo advirtió
El Gobierno insiste en damnificar la especulación bursátil cuando su objetivo final tiene más de recaudatorio que de otra cosa. En el mes de julio, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ya advirtió de que habría cambios en la fiscalidad que perjudicarían claramente al inversor, valorando como "tremendamente injusto que una persona que genera una plusvalía en una mañana en la compra de una acción en bolsa tenga esa ganancia fijada en un tipo único de gravamen mientras que un trabajador tiene una tarifa progresiva en su renta".
Fuente: www.eleconomista.es