El Gobierno decidió anoche aplazar la privatización del 30% de Loterías y Apuestas del Estado por la escasa valoración otorgada por los inversores institucionales. La compañía, que quería captar en la colocación unos 7.000 millones de euros, asegura que "no se dan las condiciones de mercado para garantizar unos ingresos que reflejen su valor".
La presión del mercado ha abortado bruscamente la operación bursátil estrella de este año, cual era la colocación del 30% de Loterías y Apuestas del Estado entre inversores minoristas a institucionales. Con este aplazamiento anunciado anoche por el Ministerio de Economía y Hacienda se anula un proceso que arrancó en la primavera pasada con la transformación societaria y la constitución de la Sociedad Estatal Loterías y Apuestas del Estado (decisión de Consejo de Ministros de 11 de marzo de 2011), así como la autorización pública para la enajenación del 30% de la participación del Estado en el capital de la misma (29 de abril de 2011).
"La situación de los mercados financieros es hoy muy distinta a la que existía entonces y la sociedad, con el debido asesoramiento, considera que no se dan las condiciones adecuadas para garantizar unos ingresos que reflejen el valor de Loterías", asegura Economía en su nota. Añade que la operación podrá retomarse cuando las circunstancias del mercado lo recomienden.
La decisión del Gobierno se produce justo un día antes de que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) dé el visto bueno al folleto de la colocación, y un día después de que el portavoz parlamentario en materia económica del Partido Popular en el Congreso, Cristóbal Montoro, exigiera categóricamente la suspensión de la salida a Bolsa, así como de la privatización de los aeropuertos de El Prat y Barajas. Montoro, en el Foro CincoDías, afirmó que "no se pueden hacer privatizaciones en mitad de procesos electorales". En el caso de Loterías, añadió que "vamos a investigar "si se han producido pérdidas de patrimonio o malversación de fondos públicos".
Finalmente la valoración de la compañía ha sido clave para el destino de la colocación. Fuentes del mercado advierten de la escasa demanda de los inversores institucionales, así como de la fuerte presión para que su precio fuese muy inferior a la valoración inicial que defendía la compañía. En un momento en el que las dudas tienen atrapadas a las Bolsas de todo el mundo por la crisis de la deuda de los países periféricos europeos, la presión del mercado había llevado a valorar la compañía en torno a los 15.000 o 16.000 millones de euros, frente a algo más de 22.000 que manejaban los valoradores de Loterías.
La intención inicial del Gobierno de obtener unos 7.000 millones de euros por el 30% que colocaría a los inversores privados no podría satisfacerse en absoluto, pues la valoración del mercado le otorgaría menos de 5.000 millones de euros a las arcas públicas.
Los analistas y los intermediarios financieros aseguraban que el perfil defensivo de la empresa la hacía menos vulnerable tanto a los vaivenes de la valoración como a la falta de apetito por parte de los inversores, tanto particulares como institucionales. Los beneficios regulares del negocio público de loterías en España se acercan a los 3.000 millones de euros, y tienen una gran estabilidad, tanto por su carácter monopolístico como por el arraigo de la cultura del juego de la lotería en España. No obstante, el carácter regulado de su actividad la convierte también en un negocio mutable si el Gobierno actual o ulteriores introducen novedades regulatorias, tanto de carácter fiscal como de precios.
La apuesta del Gobierno había sido muy firme en esta operación, y había anunciado novedades en la relación con los accionistas en España, como el pago de dividendo con carácter mensual. Lotería aspiraba también a integrar el Ibex 35.
Una simple comparación con sus competidores europeos proporciona una elevada valoración a Loterías, una empresa que además de ingresos muy recurrentes, carece de endeudamiento. Pero la valoración en el mercado no la ha puesto en este caso la oferta, sino la demanda, la que finalmente ha congelado la operación.